Retratos de un comedor
Donde aprender a amar al prójimo.
Donde la única certidumbre es la providencia en forma de comida caliente preparada y servida con cariño.
Donde la esperanza es reflejada en alegría y la tristeza está arropada siempre por el consuelo.
Donde el pecado no se tiene en cuenta.
Donde la rudeza se torna en silencios y la locura en sonrisas.
Donde Dios lo paga todo y siempre deja una generosa propina.
Donde los salarios no cotizan… ¡siendo los más altos!
Donde la productividad es infinita porque no se puede medir.
Donde siempre hay reservada una mesa para cada cliente.
Donde el camarero comparte mesa escuchando tus relatos.
Donde los corazones se llenan…
Donde la indiferencia es tapada con generosidad y empatía.
Donde cada día es un buen recuerdo.
Donde servir es virtud y comer un agradecimiento.
Donde la arrogancia no entra, pues la humildad lo llena todo.
Donde las ganas de vivir se extienden por todos los rincones.
Donde las almas se confunden, pues nadie se considera elegido.
Donde las historias de cada uno, de alegrías y tribulaciones, se entrecruzan.