Pasear, a la espera o al acecho.
Cualquier forma es válida para encontrar ese momento que refleja la particularidad de un entorno o de las personas que por allí deambulan.
Me encanta salir y recorrer un barrio, sentarme en el bordillo de una acera o en un banco de la calle y observar.
Hablo con la gente interesándome por sus vidas. A veces esas conversaciones contienen grandes cargas emocionales o recuerdos muy queridos que te regalan a cambio de los tuyos.
Una vez estaba dentro de una chabola en la Cañada Real charlando con David. Se dedicaba a vigilar y dirigir durante la noche el trasiego de coches buscando droga que el atraía hacia su “patrono”, yéndose a dormir a colchón caliente, entrado el día, después de recibir su paga, normalmente en especie.
Tenía un esqui encima del techo para que éste no se volara, por lo que yo, al entrar para llevarle comida le pregunte por el esquí. Era como uno de los que yo había usado en mi juventud. Y entablamos conversación…
Él también había esquiado con su familia años atrás y conocía, como yo, muchas estaciones de España, Nos contamos anécdotas, reímos y también hubo algunas lágrimas.
Sus palabras al marcharme… Hoy he viajado contigo, pero en plan bien, a la parte más bella de mi vida, un verdadero placer de viaje.
David estaba esperando un hueco para intentar desintoxicarse y volver a ser él. Espero lo haya conseguido, rezamos por ello.
No lo busques en estas fotos, aprecio más a las personas que a las fotos.